"EL CERRO DE LA CAMPANA"
LEYENDA DE HUANCHACO Y TRUJILLO
De las versiones de
Carlota Linares M. y Walter Díaz Sánchez
Hace muchísimos años de este suceso, cuando los españoles eran dueños y señores del Perú.
En un cerro de la caleta de Huanchaco apareció una virgen, por lo que se levantó una capilla. Poco tiempo después, y cuando ya el pequeño templo albergaba a la sagrada imagen, se encontró muy cerca una enorme campana de oro, de una belleza extraordinaria, con la inscripción que decía: "Para la Iglesia de Huanchaco".
Todos los esfuerzos por averiguar la procedencia del artefacto resultaron vanos. Entonces se discutió sobre el destino que se le daría. Según unos, debería quedarse en la capilla de Huanchaco, mientras que otros alegaban que una cosa de tanto valor no debería quedarse en una caleta tan insignificante y que mejor estaría en Trujillo, cuya catedral adquiriría mayor atractivo.
Aceptada la segunda propuesta, la campana empezó a ser transportada por una carreta de bueyes y caballos y acompañada por muchos indios; pero, al llegar al lugar llamado "Tres shilquitos" (donde se despiden la Virgen y San José), el pesado bronce se echó a volar, redoblando su badajo para anunciar su retorno al pueblo.
Fue tal el susto que experimentaron los indios, que inmediatamente infirmaron del extraño suceso a las autoridades religiosas. Los miembros del Cabildo con el cura a la cabeza fueron a Huanchaco para trasladar de nuevo la campana a Trujillo, para lo cual se redobló el número de esclavos y cargadores.
Atada con cadenas y grillos, se reinició el traslado a la ciudad. Pero si el transporte fue difícil, mucho mas costo subir la campana hasta la torre de la catedral y fijarla en las resistentes barras. Muy cansados y sudorosos, bajaron los hombres para contemplar cuan hermoso se vería en el templo trujillano con su nuevo implemento. Sin embargo, el espectáculo no habría de durar mucho: al día siguiente, muy temprano, cuando acudieron los curiosos a conocer la campana, solo observaron sorprendidos la torre vacía y los barrotes rotos. Un mensajero de Huanchaco vino a confundirlos más todavía al informarles que la campana se encontraba en el lugar donde apareció por primera vez.
A pesar de tan raros sucesos, los fieles católicos no se dieron por vencidos e hicieron los preparativos para llevar otra vez la campana a Trujillo; ademas, aunque la encontraron más pesada, multiplicaron sus esfuerzos e ingenio para conseguir su propósito; y se sintieron largamente recompensados cuando, al fin, contemplaron a la campana en lo alto de la catedral, y; para evitar que se repitiera el fenómeno que les había asombrado tanto, pusieron vigilantes especiales ... Más ¿qué fue lo que ocurrió?. Quizás los guardianes se durmieron o fueron vencidos por fuerzas extrañas, lo cierto es que, al día siguiente, otra vez el campanario apareció vacío y con los barrotes rotos.
Esta vez ya no podían apoderarse de la campana: los habitantes de la hermosa y tranquila caleta la habían visto pasar por los aires, en veloz vuelo, rumbo al Cerro Azul, cerca de la capilla, donde se quedó para siempre. Ahí estará quién sabe hasta cuando ...
A la Virgen del Perpetuo Socorro se le celebra una gran fiesta, y cada cinco años se la lleva en peregrinación a Trujillo. Cuentan que en la víspera de la fiesta, a las 12 de la noche, se oyen los tañidos graves y austeros de la campana; otros dicen que no sólo en esa fecha sino todos los días, a la indicada hora, se oyen en Semana Santa salía la campana a "tomar" baños de sol en las faldas del cerro, rodeada de leones de oro.
La capilla en mención es notable por la milagrosa imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro y porque allí reposan los restos del Dean Saavedra. Además, junto a aquélla se halla el Cerro Azul, más conocido como el "Cerro de la Campana".
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