"EL OJO DEL BRUJO"

LEYENDA DE SANTIAGO DE CAO

Recopilación de Rondel, del informante Mar Díaz.
En: "Leyenda del Dpto. de la Libertad".

            En cierta ocasión seis huaqueros y un arqueólogo norteamericano se habían puesto de acuerdo para realizar excavaciones en la Huaca Prieta, también conocida como El Brujo.

            La fecha fijada para la operación fue semana santa porque, al decir de los huaqueros, los gentiles se manifiestan mejor en los días sagrados. Así, para mayor clarividencia y acierto en su difícil trabajo, los huaqueros se pusieron a "chacchar", al mismo tiempo que se conversaban sobre diversos aspectos, ante la impaciencia del arqueólogo extranjero. En eso estaban, cuando de repente divisaron una luz que alumbraba como un globo suspendido en el aire, motivo por el cual se negaron a realizar la tarea, puesto que era muy peligroso provocar la ira de la extraña luz, es decir, del "Ojo del Brujo", que custodia la huaca y que puede ocasionar la muerte.

            Para  disipar tales creencias y pensando que era un fuego fatuo, el científico se dirigió hasta el lugar de donde parecía brotar la luz; pero su sorpresa fue grande al darse cuenta de que el "Ojo del Brujo" le jugaba una mala pasada, pues en lugar de dejarse atrapar, constantemente cambiaba de ubicación. Comprendiendo que su reputación corría peligro, cansado y un poco avergonzado, decidió retirarse. Los huaqueros, por su parte, prometieron que otra noche, libres del misterioso fenómeno, realizarían su trabajo.

            En relación con la famosa huaca, una de las más antiguas el Valle Chicama, varios vecinos de Santiago de Cao, como los señores Víctor Gonzales y José Verástegui, refieren que a las 12 de la noche de los días martes y viernes se ve salir a un hombre con sombrero a la pedrada, cara blanca, montado en una carreta de oro y galopando hasta la Huaca de Gamarra, donde desaparece, porque seguramente allí está encantado.

            El relato contiene dos partes: la primera correspondía al testimonio de los huaqueros que, como conocedores de su oficio, saben cuando y como deben cumplir su faena; la segunda, muestra el "sometimiento" de los expertos o teóricos a las creencias y supersticiones del pueblo.